Las bodas de Caná
Federico Cantú
Ha ciencia cierta es difícil aterrizar la idea de un Federico Cantú eternamente agradecido con la devoción Cristiana, por ello que mejor que adecuarnos a su propia narrativa
Con frases como “Gloria te pido que vuelas a creer” o “es una fuerza que esta fuera de mi y que me hace crear con otra mano que no es la mía”
Entrados a los 50s Federico ya esta consolidado con su obra de caballete y obra mural , su majestuosidad ha llegado ya a el Museo Vaticano y ahora mas que nunca quiere dejar una narrativa de la vida y obra de Jesús
Adentrado en el tema Federico decide tomar la narrativa de el evangelio San Juan 1952 y ahora aborda el tema de las Bodas de Caná , sin embargo para dar un toque de intemporalidad nacionalista ubica el milagro en Juchitán , de este tema se desprenderán un par de versiones a manera de complacer las diferentes tonalidades y variantes en la obra . En esta obra el gran angular de Federico aparece situando a Jesús en el centro de la obra , pero no en primer plano mas bien invitando a el observador a fijar su vista a lo largo de la obra .
Todos los pueblos tienen sus propios rituales y sus liturgias familiares para obsequiar a los novios. Israel tenía su propio ritual, su liturgia propia, donde se mezclaba la alegría humana, y la religiosa.
En la fiesta de bodas se entremezclaban los cantos, el baile, la comida y también el vino, que no era propiamente una bebida de placer, sino un alimento, propio de estos días. La fiesta duraba 7 días poco más o menos, según el poder económico de las familias.
El Evangelio de San Juan nos habla también de una boda, y comienza diciendo sencillamente: “Al tercer día, hubo una boda en Caná de Galilea... fue una boda muy especial... pues a ella estaba invitada María, la Madre de Jesús. Ella fue invitada a servir, a atender a los invitados, era una familia pobre, sencilla... y también asistió Jesús, que llegó acompañado de los primeros discípulos que fue eligiendo en el camino.
Los hombres estaban aparte, en pequeños grupos, entre los que destacaba el de Jesús, por su alegría y su cálida apertura. Las mujeres ocupaban los lugares cercanos al fogón, para atender las necesidades de los comensales. Y ocurrió que con esa intuición y esa mirada que sólo tienen las mujeres y las madres, María se dio cuenta de que los comensales eran mas de la cuenta y que el vino no iba a alcanzar para todos. Era un gran problema para los novios, pues por muchos años serían recordados como los pobretones
Por eso María, sin querer ser notada, se acerca discretamente a Jesús, y al oído le dice: “Hijo, estos pobres muchachos ya no tienen vino
María, por su parte, sin entender totalmente la respuesta de su Hijo, pero con verdadera entereza, va con los novios y les dice: “Hagan lo que él les diga”. Bendita palabra de María.
Los sirvientes se miran unos a otros extrañados de que Jesús les diga que llenen de agua las tinajas para las purificaciones de los invitados. Si ya están completos, ¿para qué más agua? Pero son sirvientes, y tienen que obedecer. Cuando las tienen llenas, van con miedo de prestarse a una broma, al maestresala para que pruebe aquello. Y viene la sorpresa. Es vino excelente. Vino del bueno, y son seiscientos litros. Nadie da crédito a sus ojos y a su paladar.
La fiesta transcurrió con una gran algarabía, dando gracias a Dios de tener tales invitados. Para Cristo fue un día de gloria. Hacía poco que había santificado las aguas en el Jordán, y ahora transformaba el agua en vino, que presagiaba el vino nuevo, el de la redención, el de la Nueva Alianza, el vino de su muerte y su resurrección.
Con el bautismo en el Jordán, Jesús comienza su vida pública. En Caná, Jesús comienza sus milagros y sus signos eficaces para la salvación de todos los hombres. Los mismos discípulos comenzaron a creer en Jesús desde ese día.
María, enséñanos a querer lo que Jesús quiere, a desear lo que Jesús desea, y a hacer en todo, la voluntad de tu Hijo Jesucristo, según tu recomendación: “Hagan lo que él os diga.
Adolfo Cantù
Art Consultant & Specialist
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